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una banda de dos

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Viajar al desierto de Danakil, en el noreste de Etiopia, es todavía hoy toda una aventura, no apta para todos los públicos. Con una altitud de 150m bajo el nivel del mar, en algunos de sus puntos y unas temperaturas que rozan los 50ºC pasa por ser uno de los lugares más inhóspitos de la tierra.

El  tiempo y el espacio  cobran una nueva dimensión en ese recóndito lugar del planeta. Desde Mekele emprendemos un viaje de un día  para recorrer los 150 km de pistas imposibles que nos separan de Hamd Ela, un asentamiento Afar de no mas de unas decenas de chozas construidas  de palos y esteras, que será nuestro campamento base en el desierto. Es imprescindible llevar al menos 2 todoterrenos y  acarrear todo el combustible y las provisiones necesarias, ya que no hay ningún tipo de infraestructura en la zona

Nos encontramos en  el territorio de los Afar, en su lengua los mejores, los primeros. Un pueblo orgulloso que desde la antigüedad se ha dedicado al pastoreo y a la extracción de la sal o “amole”, utilizada en tiempos como moneda de cambio y que todavía hoy arrancan al desierto con picos y palos. Un trabajo duro que forja hombres duros al igual que su entorno y que sin embargo nos sorprenden por su generosidad, al compartir con nosotros su pan.

La sal es cortada en lingotes cuadrados y cargadas a lomos de sus animales, para regresar recorriendo durante días las antiguas rutas, hasta llegar a Mekele para su comercialización, formando caravanas de cientos de camellos. Toparse con una de estas caravanas al atardecer es como retroceder en el tiempo, una estampa increíblemente hermosa.

 

DALLOL, OTRO PLANETA

 

A 25 Km al norte de Hamd Ela, en plena falla del Rift, es considerado por los geólogos un mar en formación, amenazado con ser sepultado algún día por las aguas del mar rojo. Ante nuestros  ojos se abre un espectáculo sorprendente. Lagos de sulfuro y azufre de increíbles  tonalidades verdes y amarillas, frágiles formaciones  calcáreas y géiseres humeantes. En esta  zona la corteza terrestre es tan fina que se hunde en algunos puntos, por lo que es necesario ir acompañado de un guía local experimentado para evitar sorpresas. Realmente es imposible mantenerse insensible ante semejante despliegue de colores, texturas y sonidos procedentes del mismísimo corazón de la tierra, que hacen que te sientas transportado a otro planeta.

 

ERTA ALE,  LA BOCA DEL INFIERNO

 

Activo desde 1967, es el único volcán del planeta que mantiene en su cráter un lago de lava permanente.  Llegar hasta aquí no fue tarea fácil. El camino en coche son 14 km infernales. Primero una zona de arena en la que se quedaron los 2 coches atascados en varias ocasiones, hubo que empujar, y después una zona de roca  volcánica hasta la base del volcán. Iniciamos a pie el ascenso a la cima del volcán (610 m), debido a las altas temperaturas, al anochecer, con la única luz de nuestros frontales y el resplandor rojizo de la lava en la lejanía. La pendiente es suave, pero después de todo el día de viaje, la ascensión de tres horas y media nos deja exhaustos. Dos camellos portean todo lo necesario para acampar en una pequeña explanada a pocos metros del cráter, donde intentamos dormir unas horas antes de asaltar el último tramo. De pronto la caldera y el resplandor de la lava incandescente se abre ante nuestros ojos, es sobrecogedor. Ver amanecer en la cima del Erta Ale es una experiencia que difícilmente podré olvidar.

 

 

 

Aventura en la depresión de Danakil.

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